Según su motor:
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Diésel: perfectos para potencias a partir de 5kW y para un uso frecuente durante periodos de tiempo largos.
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Gasolina: el más apropiado para la media potencia con una utilización habitual.
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Nafta: el más económico. Hay que emplear una potencia dependiendo del uso. Por ejemplo, igual o por debajo de 2kW si se emplea regularmente o hasta 5kW si es más esporádico.
Según el tipo de tensión:
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Trifásico: es necesario para alimentar máquinas y herramientas que necesiten corriente trifásica, como bombas potentes, motores grandes, entre otros.
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Monofásico: es el adecuado para el resto de aparatos que trabajan en modo monofásico de 220V.
Según tipo de arranque:
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Arranque manual: para las potencias hasta 5 ó 6 kW, es el más habitual y se puede realizar con o sin conmutador de carga. Es el más económico pero también el menos práctico.
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Arranque eléctrico simple: tan sólo se debe pulsar el botón de arranque, siendo ideal para generadores con potencia mayor a 6kW.
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Arranque eléctrico automático: se emplea para generadores de menor potencia y proporciona protección al mismo, ya que se evita la posibilidad de una sobrecarga.
Según su movilidad:
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Fijo: es recomendable para los lugares donde es obligatorio su uso o contar con una fuente de energía propia.
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Móviles: se emplean para servicios temporales como una obra o una cobertura informativa.
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Marinos: son la garantía del suministro eléctrico en las embarcaciones.
Otros tipos de grupos electrógenos:
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Caseros: se emplean en el hogar para estar seguro ante cualquier tipo de imprevisto.
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Industrial: adaptados para las empresas con máquinas industriales.
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Insonorizados: para evitar la contaminación acústica se emplean estos tipos de grupos electrógenos que no emiten ningún sonido.
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Inverter: emplean tecnología especializada para proteger los aparatos electrónicos ante cualquier fallo en el suministro eléctrico.